¿Alguna vez escuchaste decir de una persona que “tiene los pies sobre la tierra”? Esa frase da cuenta de que estamos hablando de alguien conectado con su realidad, con su contexto. Quien sabe lo que quiere, tiene objetivos y metas claras, nos habla, sin lugar a dudas, de un elemento tierra en estado de luz, de armonía.

La tierra tiene conexión directa con nuestro cuerpo físico y sus necesidades básicas para su correcto funcionamiento y supervivencia, como ser la comida, el refugio, la reproducción y la seguridad. Por eso, una persona constantemente obsesionada con satisfacer tales deseos nos daría una muestra de un elemento con cierta sombra.

La ciudad de Hebrón es una de las 4 ciudades santas, y a ella se la asocia el elemento tierra. En ella están enterrados nuestros patriarcas (Abraham, Itzjak y Yaacov) y matriarcas (Sará, Rivka y Leah). Sus cualidades y valores marcan la base de conducta de nuestro pueblo, el “veahavta le reaja kamoja” (“amarás a tu prójimo como a ti mismo”). Allí, los que lo deseen, podrán experimentar el concepto de “a quien pide por otro, Hashem le responde primero”, haciendo tefilá por shidujim, parnasá, refuá, o aquello que necesiten. Además, recorrerás Beit Lehem, la ciudad en donde descansa la matriarca Rajel.