“Cuando somos chiquitos, sabemos cuál es nuestra misión en el mundo. Pero después los grandes nos enseñan y, como tenemos que hacerles caso, nos olvidamos de nuestra esencia”.
Esta frase me la dijo mi hijo durante una de nuestras tantas charlas profundas. ¡Los chicos son tan sabios! Hasta que los adultos los cargamos con nuestras propias expectativas y nuestro manual “frustra sueños”.
¡Pero te tengo una buena noticia! Nosotros también fuimos niños y eso quiere decir que alguna vez también la tuvimos igual de clara.
Así que, cuando te sientas perdid@ y no encuentres el rumbo, tal vez la mejor brújula sea escuchar al niño que una vez fuiste. Esa versión tuya en estado a puro, antes de que empezaras a cargar con la mochila de alguien más.
Y cuando dejes de cargar con esa mochila, probablemente dejes de intentar que tus hijos o cualquier otra persona la cargue por vos.