FRENTE AL ESPEJO: ¿Qué hacer con el ENOJO?

Hay muchas frases populares que representan ésta emoción tan humana como vos y como yo.

Entre ellas por ejemplo: “se me suelta la cadena”,  “se me saltó la térmica”. “me convertí en… una bola de fuego”, “tengo pocas pulgas”, “estoy que hecho fuego”, etc.

Lo que queremos decir con estas expresiones es que estamos muy enojados/as.

Pero ¿cómo funciona en nuestro ser, ésta emoción que fue creada para vivir con nuestra vulnerable humanidad?

En mi profesión de coach y de formadora de coaches ontológicos, cada año me enfrento a la tarea de enseñar el módulo de las emociones y, al hacerlo sigo aprendiendo más y más sobre la sabiduría de las mismas.

El enojo es una emoción que se siente muy fuerte en el cuerpo.

Cuando te enojas, hay una sensación intensa de poseer mucha más fuerza de lo normal, incluso suelen darte ganas de romper algo que se encuentre cerca tuyo.

 A veces te sonrojas; tal vez percibas una sobre-energía en tus manos; tu voz se modifica subiendo su intensidad y volumen.

En fin, te convertís en un volcán en erupción. Una bola de fuego que dispara una energía que se desborda, para donde sea (eso es lo peor, pués apuntas a cualquier lado).

También puede sucederte otra cosa: que  todo esto tan fuerte que sentís lo guardes en tu interior, como si nada ocurriera, pero la explosión es hacia adentro. Es decir que implotás, sin manifestar el disgusto o desagrado que haya provocado tu enojo,  que quedará guardado en el silencio, pero latiendo. Porque adentro de tu ser, habrá un tsunami, ni un poquito más pequeño que el de aquellas personas que expresan su furia y la exteriorizan. Explotas para adentro con daños tremendos.

 La sobrecarga energética es la misma. Solo cambia si la descarga es hacia afuera o hacia adentro.

Sí o sí, mereces una auto-asistencia cuando te enojas.

Todo esto que te describo, ya lo conocemos porque todos/as lo sentimos cuando algo no es como nos gustaría que fuera.

Se llama enojo y no hay que expresar más palabras para presentarlo.

El enojo es una emoción que no tiene buena prensa, sin embargo hay situaciones para las que necesitamos un toque de enojo, como una comida necesita una pizca de sal para tener mejor sabor.

 Sin ese toquecito de enojo, hay límites que tal vez nos costaría poner, o no sabríamos de donde sacar energía para ciertas actividades que nos desagradan.

Voy a regalarles un ejemplo personal: a mí no me gusta lavar la vajilla u ordenar, pero cuando tengo que hacerlo recurro a un toque de enojo e inmediatamente me fluye la energía para realizar esa tarea tan desagradable. (Cabe la aclaración de que utilicé un ejemplo personal muy simple, pero vayamos de lo simple a lo complejo y te invito a distinguir en cuantas ocasiones podes ponerle esa pizca de enojo y lograr hacer lo que tanto te cuesta).

Ahora …

Enojarse es tan incómodo y tan difícil de aprender a gestion, cuando arde como un fuego dentro de nuestro ser.

Entonces…¿Para qué D-ios, el Creador, nos hizo con esta emoción? ¿Acaso no fue todo creado para nuestro bien? ¿Por qué complicarnos así el trabajo de ser buenos seres humanos?

¿Adónde estará el bien del enojo?

Avancemos analizando las consecuencias que tiene un enojo no gestionado:

En un enojo en crudo (sin gestión) tenemos que hablar de la carga residual que nos deja.

No es gratis enojarse y desbordarse. Decir cosas que después no hay forma de borrar, sobrecargarse de adrenalina y noradrenalina, de la misma forma que un guerrero lo haría en una batalla por su vida. Igual.

Esto tiene un costo altísimo. Le deja al cuerpo un residuo de sustancias químicas y neurotransmisores que tendremos que aprender a higienizar. Nadie nos ha enseñado como hacerlo.

Esto puede causar hasta enfermedades y dolencias físicas (D-os libre).

Como nos preguntamos unas líneas más arriba, si D-os (nuestro Creador) hizo todo para nuestro bien, el enojo (al igual que todas las emociones), debería servirnos para transitar la vida como humanos y vulnerables que somos y mejorar día a día. Por lo que, si no aprendemos a gestionarlo, esa ceguera será muy costosa, y una gran pérdida de tanta posibilidad de crecer y ser más fuerte.

 Por eso hoy te voy a regalar algunos TIPS en TRES PASOS para que puedas poner en práctica.

FRENTE AL ESPEJO: ANTES DEL VOLCÁN

Primero concéntrate en este concepto: las emociones no son ni buenas ni malas. Solo debemos aprender a gestionarlas.

Después tomate unos segundos antes de estallar e imagínate un espejo en el que puedas hablarte a vos mismo/a.

Te propongo que te mires en ese espejo y te hagas unas preguntas.

PASO 1:

¿Lo que siento es enojo o es otra cosa? ¿Hay algo atrás de mi enojo?

 Si estoy enojado/a y no me puedo controlar, ni tampoco sé qué hacer con lo que me está pasando, lo más posible es que ni siquiera haya distinguido que detrás de ese enojo hay otra emoción. Algo mucho más profundo que me pasa.

Como reflejo autodefensivo (ya que me brinda esa energía extra,  que me hace sentir más fuerte, más poderoso/a), en un plano alejado de mi consciencia, utilizo el enojo como una máscara perfecta, porque en el fondo temo profundamente afrontar eso que es más intenso para mí (que aún no registro que es) y que está oculto detrás del “aparente enojo, de la máscara. Por ejemplo, podría ser un gran miedo, o un dolor, o una vergüenza o tal vez alguna culpa (ocultándose trás la máscara del enojo).

PASO 2:

Imagina que ese espejo es mágico y me muestra cómo me veo estando enojado/a.

¿Me gusta lo que veo? ¿Quiero ser ese/a “yo”, que está ahí en el espejo con ese rostro, con esa voz, con esa actitud física? ¿Quiero ser esa persona que deberá ocuparse de los residuos emocionales y físicos que me dejará el enojo mal gestionado? ¿Esa persona que grita y dice cosas hirientes, es la que elijo ser?

PASO 3:

Como es un espejo mágico, también nos puede mostrar cómo me gustaría ser cuando algo me molesta, me incomoda o me desagrada. Y me veo pudiendo calmarme, tomando un vaso de agua, respirando profundo y comprendiendo que D-ios ( el Creador), hizo todo bueno para mí y que mi tarea es aprender a gestionar esta emoción tan fuerte y sacar la máscara del enojo, pudiendo revelar al fin el rostro de lo que mi enojo oculta (miedo, vergüenza, culpa, envidia o lo que sea).

Y ENFOCARME AHÍ, QUE ES ADONDE ESTÁ MI VERDADERO TRABAJO PROFUNDO COMO PERSONA.

Me veo hablando tranquilo/a, pudiendo decir lo que me produce lo sucedido. Pudiendo pedir lo que necesito y ofrecer mi mejor predisposición para seguir aprendiendo a superarme y como resultado, crecer y mejorarme como ser humano. Me veo en un nivel superior de trabajo personal, entendiendo que el enojo no es más que un disfraz de otra cosa que no he podido trabajar hasta ahora.

Siguiendo estos tres pasos, podré llegar a abordar lo que me pasa en ese lugar oscuro y oculto en el que yace mi verdadera situación a resolver.

Así podré llegar a gestionar el enojo eligiendo ser ese/a “yo” que me gusta más, que tiene que ver con mi parte luminosa a la solo llegaré aceptando y enfrentando a mis sombras.

Estos tres puntos al principio nos van a costar. No se aprende en un segundo, es un proceso de aprendizaje.

Tenemos resistencia a transitar nuevos caminos. Pero aceptemos que estar enojados con algo o con alguien o con nosotros mismos/os, solo nos llevará al resentimiento. Y eso tiene un alto costo para nuestra salud física y espiritual.

Te propongo que lo intentes o solicites que un coach de nuestra plataforma te acompañe a transitar este camino.

 Y recuerda que vale la pena ir por la vida con la liviandad que te permita fluir y crecer con mayor libertad y bienestar físico, emocional y espiritual.

Facebook
Twitter
LinkedIn
Pinterest

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Ir al contenido