Convivir con la Ansiedad

así que, una mañana, lo envió por algo de sal.

Cuando el aprendiz regresó, el maestro le dijo al joven infeliz que colocase un poco de sal en un vaso de agua y la bebiese.

– “¿A qué sabe?” preguntó el maestro.

– “Amargo” respondió el aprendiz.

El maestro, esta vez complacido con la respuesta, rió entre dientes. Entonces, le pidió al joven tomar la misma cantidad de sal en la mano y ponerla en el lago. Los dos caminaron en silencio al lago cercano, y una vez que el aprendiz lanzó al agua una pequeña cantidad de sal, el maestro dijo, “Ahora bebe del lago.”

Cuando el joven empezó a beber el agua del lago, el maestro inmediatamente le preguntó:

– “¿A qué sabe?”

– “Está fresca,” comentó el aprendiz.

– “¿Te supo a sal?”, preguntó el maestro.

“No,” dijo el joven.

Entonces el maestro se sentó al lado de este joven, quien en realidad le recordaba a si mismo años atrás, le tomó sus manos y le dijo:

“El dolor de la vida es pura sal; ni más, ni menos. La cantidad de dolor en la vida es siempre exactamente la misma. Sin embargo, la cantidad de amargura que probamos de ella depende del recipiente en que ponemos las penas.”

Cuando en tu vida estés pasando por adversidades, no te quedes atascado en lo amargo de tus penas, tampoco permitas que el dolor se apodere de ti. Levántate y camina.  La única cosa que puedes hacer es agrandar tu sentido de las cosas. ¡Deja de ser un vaso y conviértete en un lago!

Así, cuando el dolor llegue a ti, no te llenarás el corazón de amargura ni te paralizarás, por el contrario, sabrás reponerte y seguir adelante con la vida, con tu negocio, etc. Recuerda que el dolor siempre es el mismo, lo que cambia es la manera en la que tú decides ver las cosas a tu alrededor; no permitas que la sal caiga en un solo poquito de agua, permite que se diluya en el lago.

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